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Trabajo sobre la angustia

La vivencia de nervios y angustia es uno de los motivos de consulta más frecuentes. Muchas veces comenzamos con algún pequeño ataque o crisis y poco a poco le vamos cogiendo miedo a sufrir otro episodio. De este modo acaba dándonos angustia la expectativa de tener angustia, y se convierte en un círculo cerrado. Si te encuentras en este círculo, puede ser buen momento para abordar la situación.

Hay muchas formas de padecer estas situaciones. La más frecuente es notar que la respiración se acelera y hay una sensación como de peligro o de amenaza. También hay otras formas como sensación de mareo, dolor de estómago o problemas con las digestiones, dolor de cabeza, sensación de inquietud a las noches o en momentos que deberían ser de tranquilidad, dolores de espalda, etc. Esto puede afectar al sueño, a las relaciones personales o laborales, a la alimentación (más hambre o menos hambre de lo habitual), a nuestra autoestima y a nuestro estado de ánimo.


Esto es muy particular, cada persona lo vive de diferentes maneras y por eso no suele haber una fórmula mágica para todos. Por ejemplo se suele recomendar respirar despacio o hacer relajación. Hay personas a las que estas recomendaciones les van bien en el momento y otras a las que les pone más nerviosas todavía. Es importante por eso hacer un análisis particular y que la propia persona sea la que tome las decisiones de lo que le viene bien o mal y cómo quiere encaminarse, a qué ritmo y de qué maneras. En un proceso terapéutico nos dedicamos precisamente a ello. Si crees que puede venirte bien abordar este asunto con una psicóloga, aquí tienes la manera de ponerte en contacto.

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